CHIAPAS Y TABASCO. – En el sur de México, donde el calor tropical se mezcla con la historia ancestral, las rutas del cacao se consolidan como una alternativa turística que combina cultura, gastronomía y desarrollo sostenible. Chiapas y Tabasco, dos de los principales productores de cacao del país, han transformado sus fincas en destinos abiertos al público para mostrar el proceso artesanal del chocolate, desde la semilla hasta el paladar.
En Tabasco, la llamada Ruta del Cacao al Chocolate reúne una serie de haciendas y cooperativas que abren sus puertas a visitantes nacionales e internacionales. Haciendas como La Luz, Jesús María y Cacep ofrecen recorridos guiados por sus plantaciones, talleres de elaboración artesanal y catas de chocolate, muchas veces acompañadas de ingredientes tradicionales como canela, vainilla o chile.
“Queremos que la gente vea cómo nace el chocolate, pero también que se lleve la historia que lo acompaña”, comenta Luis Martínez, guía turístico en una de las fincas de Comalcalco, Tabasco. La experiencia incluye desde caminatas entre árboles de cacao hasta la posibilidad de tostar y moler los granos a mano, como lo hacían las culturas prehispánicas.
En el caso de Chiapas, las rutas se concentran principalmente en la región del Soconusco, al sur del estado, cerca de la frontera con Guatemala. Fincas en municipios como Tuxtla Chico y Cacahoatán han comenzado a integrarse a circuitos turísticos enfocados en el cacao criollo, considerado uno de los más finos del mundo.
La mayoría de estos recorridos destacan la conexión del cacao con la cosmovisión maya, donde este fruto era utilizado como moneda y en ceremonias sagradas. Hoy, ese legado se conserva en las prácticas agrícolas y en los productos derivados, que se elaboran con métodos tradicionales.
Además del componente cultural, las rutas del cacao también representan una oportunidad económica para comunidades rurales. “Este tipo de turismo impulsa a los pequeños productores, les da visibilidad y genera empleos locales”, explica María del Carmen López, promotora turística en Chiapas.
Las autoridades estatales han comenzado a apostar por este modelo turístico como una forma de diversificación y sostenibilidad, especialmente en zonas afectadas por la migración y el abandono del campo.
México ocupa el 13º lugar a nivel mundial en producción de cacao, y cerca del 70% de esa producción proviene de Tabasco y Chiapas. Sin embargo, el valor agregado que aporta el turismo ha comenzado a cambiar la percepción del cacao, no solo como cultivo, sino como experiencia cultural.
Con paisajes exuberantes, herencia milenaria y sabores intensos, las rutas del cacao se posicionan como una alternativa diferente para quienes buscan algo más que sol y playa en el sur de México.
INGLES
CHIAPAS AND TABASCO, MEXICO – In southern Mexico, where tropical heat blends with ancient history, cacao routes are emerging as a unique tourism alternative that combines culture, gastronomy, and sustainable development. Chiapas and Tabasco, two of the country’s main cacao producers, have transformed their plantations into tourist destinations where visitors can learn about the artisanal chocolate-making process—from bean to bar.
In Tabasco, the so-called Cacao to Chocolate Route features a network of haciendas and cooperatives that welcome national and international travelers. Haciendas such as La Luz, Jesús María, and Cacep offer guided tours through their cacao groves, hands-on chocolate-making workshops, and tastings that highlight traditional flavors like cinnamon, vanilla, or chili.
“We want people to see where chocolate comes from, but also to understand the history behind it,” says Luis Martínez, a tour guide at a plantation in Comalcalco, Tabasco. The experience includes walking through cacao trees, roasting and grinding beans by hand, just as pre-Hispanic cultures once did.
In Chiapas, the cacao routes are primarily located in the Soconusco region, near the Guatemalan border. Plantations in towns like Tuxtla Chico and Cacahoatán have recently joined tourism circuits focused on criollo cacao, considered one of the finest varieties in the world.
Most tours emphasize the spiritual and historical connection between cacao and the Maya worldview, where the plant was used as currency and in sacred rituals. That legacy lives on today in farming practices and artisanal chocolate products made with traditional techniques.
Beyond the cultural element, these cacao routes also offer economic opportunities for rural communities. “This kind of tourism supports small producers, gives them visibility, and creates local jobs,” explains María del Carmen López, a tourism promoter in Chiapas.
State authorities are increasingly supporting this model as a means of diversifying local economies and promoting sustainability, especially in areas impacted by migration and agricultural decline.
Mexico ranks 13th in global cacao production, with nearly 70% of it coming from Tabasco and Chiapas. However, the added value provided by tourism is starting to shift the perception of cacao—not just as a crop, but as a cultural and sensory experience.
With lush landscapes, rich heritage, and deep, complex flavors, the cacao routes of southern Mexico are quickly becoming a must-see for travelers seeking more than just beaches and resorts.