Por: Victor Zenteno Priego

El día comenzó muy temprano. San Cristóbal de las Casas se pinta de neblina matinal por su cercanía a las montañas, el frío impulsa al saber que no durará mucho tiempo, olor a café que nutre todos mis sentidos. Casa Cafeólogo (www.casacafeologo.com) es donde pasé la noche y además de ser un lugar que sólo puedo definir como hermoso tiene una cafetería donde hacen el mejor latte que he probado. Su desayuno sencillo, completo y lleno de aromas y sabores como esta pequeña ciudad; complejos, fuertes, aromáticos y siempre con una voz retadora.

 

Salgo al andador principal, Real de Guadalupe, antes de comenzar mi primer tour hago lo que siempre me gusta: caminar. Sigo en línea recta a la Iglesia de Guadalupe, esperándome arriba de su pequeña colina. La vista desde aquí nos da una idea de como ha crecido y avanzado San Cristóbal. Vale la pena estar aquí.

 

El tour me lleva a San Juan Chamula y Zinacantán. El primer pueblo, San Juan Chamula, cuenta con una iglesia especial, ecléctica, de tradiciones misteriosas para mi. Mezcla de cultura originaria indígena y creencias religiosas católicas. Los ritos se hacen en un suelo lleno de hojas de pino, los altares se encuentran alrededor de toda la iglesia, la entrada la cobran a quien no pertenece a la comunidad y es una forma de monetizar las visitas de turistas curiosos como yo. Debo advertir que no te dejan tomar fotos dentro de la iglesia, lo cual me parece una forma muy interesante de preservar el misticismo y el respeto a sus tradiciones.

 

Llego a Zinacantán, pequeño poblado a 10 minutos de San Juan Chamula, las niñas y niños del lugar corren como en olimpiadas por capturar al turista, llevarlo a su casa, invitarle una tortilla con asiento y mostrarle todo el maravilloso trabajo textil que hacen en casa. Es una comunidad tejedora, labor que realizan principalmente las mujeres. Diseños intrincados y llenos de color con gran calidad de trabajo artesanal. No pude evitar comprar un par de regalos para casa.

 

Regreso a San Cristóbal antes de las 3 pm. Ya me espera en la Cruz de la Plaza de la Paz, enfrente de la Catedral del pueblo, el chef del tour gastronómico Tomate Quesillo (tomatequesillo.com). Iniciamos una caminata por los mejores y más variados restaurantes que ofrece este lugar, representan lo mejor de la comida de Chiapas y México. Taco de lengua en adobo coleto con un coctail de pox (aguardiente local hecho a base de trigo y maíz) y frutos rojos, tamal de chipilín, mole coleto, cochito al horno cerrando la gran comilona en los tacos estilo CDMX de Placeres Chilangos (www.placereschilangos.com) y un cafe para no perder el estilo Chiapaneco. Todo entre anécdotas, historia del lugar, de la gastronomía local y mexicana. Una excelente decisión para mí estomago.

 

Me siento en Dos Amores, pequeño local especializado en mezcales y cervezas artesanales. Y mientras tomo baja La Lucha (cerveza local) por mi garganta, pienso que ha sido un día lleno de aprendizajes, experiencias y buenos sabores. Esto y más ofrece esta pequeña y multicultural ciudad, vale la pena venir y vivirlo.

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