Por Maya Turistic
Mahahual es una pequeña población e importante centro turístico en desarrollo localizado a orillas del mar caribe y a espaldas de la espesa selva del Estado de Quintana Roo. El nombre de Mahahual puede provenir de las derivaciones “Agua de la majagua o de lugar de mahahua”.
Uno de los principales atractivos de este paradisiaco lugar es su cercanía con el Banco Chinchorro, un atolón coralino declarado reserva natural, y la segunda barrera de arrecife más grande del mundo.
Mahahual hasta fines del siglo XX ha sido una pequeña villa de pescadores poco conocida, a ella únicamente acudían los pueblos de las cercanías para aprovechar sus playas y sitios de recreo sin desarrollar, sin embargo actualmente se ha iniciado su desarrollo como centro turístico alternativo a Cancún o la Riviera Maya, sobre todo como muelle de cruceros y delfinario.
Muchas de los historias y leyendas populares con las que se ha formado la cultura de Quintana Roo se han basado en acontecimientos ocurridos en el mar o en la espesa selva que rodea los pueblos del caribe. Tal es el caso de un personaje que desde hace mucho tiempo ha sido parte de los relatos populares de los pueblos indígenas mayas de la zona.
Se cuenta que en la selva quintanarroense, habita Juan del monte un ser maligno que vive, que según los relatos de la gente hay que cuidarse de él, que no hay que hacerle caso cuando lo escuches al entrar a la selva, pues hace que te pierdas en la misma encaminándote a kilómetros monte adentro, imitando la voz de un ser querido y haciéndote seguir ese llamado, sin embargo se dice que es el viento que habla.
Se dice que una vez, un niño maya de siete años, siendo muy vivaz, su madre, le pidió que le llevara la comida a su papá que estaba en los potreros, no muy lejos de la población, pero a fin de cuenta cerca de la selva.
El niño con dirección a su padre, caminaba donde él sabía, sin embargo, en una vereda oyó la voz de su papá que le decía “aquí estoy, ven por acá”, se dice que el oyó claramente los cascos del caballo que montaba su papá, según él, estaba siguiendo el ruido del trotar del caballo, y de vez en cuando Juan Del Monte le gritaba con la voz de su papá “aquí estoy sigue caminando”. El niño nunca lo alcanzó, y tampoco llegó al potrero, al lugar de donde el papá se encontraba y tampoco regreso a su casa, se perdió en el monte.
Cuando el padre vio que su hijo no llegaba ya era muy tarde y acudió en seguida a su casa. Al llegar encontró a su esposa también muy preocupada pues el niño no había regresado. Entonces, el padre pidió ayuda a las personas de su comunidad y todos se adentraron en la selva tratando de encontrar al niño.
Después de mucho buscar, encontraron al niño sentado en una piedra y llorando desconsoladamente. Juan del Monte no se lo había llevado porque el niño era muy inteligente y consiguió escaparse. Su madre lo abrazó y lo llevó a la casa, donde le sirvió un delicioso chocolate espumoso acompañado de galletas de canela.